Tele, vocho y changarro (por no decir pan y circo)
La idea más patética y mediocre de autorrealización económica y uno de los discursos más demagógicos que he escuchado en lo que llevo de vida.
Lo peor es que en su momento, muchos lo vimos como una opción viable para ascender dentro del juego de serpientes y escaleras que se ha vuelto la clase media, con sueldos medio(cre)s y posibilidades medias.
Como profesionista recién egresado, navegue en mas de diez bolsas de trabajo electrónicas, y no quiero referir esto como un disgusto personal o como algo carente de marco y respaldo.
Toda una generación de profesionistas orientados a la mediocridad lo hicimos; buscamos posibilidades de tele, vocho y changarro como alternativa a la independencia financiera. La vergüenza que atravesamos un grupo de seis compañeros y yo cuando hablábamos de las condiciones en que se publicaban las ofertas, en calidad de confidenciales, fue generalizada. Todos caímos por lo menos una vez en conferencias públicas realizadas en el salón de algún hotel de la ciudad, en dónde se paraba un gran hombre de negocios invitado por el conferenciante, a contarnos su experiencia para llegar al sueño económico de la clase media mexicana; ganar un sueldo de cinco cifras.
Un espectáculo patético en el que se escuchan gritos de “quien quiere ganar dinero”.
No escribo por atacar a las empresas de mercadotecnia en cadena, sino la forma patética en que operan a través de medios considerados legítimos para encontrar empleos competitivos o profesionales. En los anuncios, las empresas confidenciales solicitaban vacantes específicas, lo cual hace creer al buscador que existe una vacante que lo requiere, sin embargo, caímos en cuenta de que publican todo tipo de vacantes con todo tipo de ofertas. Lo más patético es cuando uno recibe la llamada telefónica de un(a) “licenciado(a)” pidiendo que cordialmente hagamos la invitación a más amigos y conocidos que quieran ganar dinero; oferta que nadie podemos rechazar, todos queremos ganar dinero y tener un empleo dignificante.
Ahora; no es por echar de menos la labor de esas empresas mitigadoras a los sueldos de la clase media; todos podemos citar a mínimo una persona de la empresa en la que trabajamos ofreciéndonos desde tamales caseros, tacos al vapor, tarjetearía, hasta zapatos Andrea, una opción par sentirnos magníficos, Mary Kay, Mangostan, y toda clase de productos.
Esa el la calidad moral de quienes ofrecen clase media para todos, cada vez más impuestos por cosas que deben regularse, sueldos ejecutivos de funcionarios que van a dormirse y pensiones para expresidentes que con nuestro gran sistema jurídico podremos mantener en arraigo domiciliario por crímenes del pasado.
Claro, con esa calidad de vida, pensiones y casas coloniales, quien no quisiera vivir en esa calidad de arraigo domiciliario, en la jaula de oro.
Por eso pregúnteme hoy por que me siento patético y responderé que en gran parte fue por haber asistido a conferencias de cómo ganar dinero y encontrar compañeros profesionistas en ellas. Por tragar esa espeluznante idea de tele, vocho y changarro.
Obviamente las hubo denuncias a los correos electrónicas de las bolsas de trabajo con exigencias de sacar a las empresas alternativas a la dignidad; pero las bolsas de trabajo tienen la obligación de llevarnos el empleo a la comodidad de nuestras casas, así que es difícil hacer algo.
Esa es la oferta de empleo actual y no quiero parecer reaccionario, pero el barco se ha estado hundiendo desde hace tiempo y sus capitanes no están dispuestos a hundirse con él. La gente sigue migrando hacia EE.UU. y mientras grupos radicales y raciales de ambos colores y mixtos se enfrentan entre si con argumentos de hierro y a pedradas,
Es una realidad que nuestra gente se sigue yendo; y no sólo gente que vive en el despojo, también profesionistas y padres de familia dispuestos a aceptar trabajos irregulares para sacar adelante a sus familias. Los salarios allá siguen bajando, aquí no crecen y las condiciones laborales son cada vez más pesadas.
Pero todavía tenemos una gran salvación, que me hace quedarme afónico cada vez que lo escucho en la radio:
Ahora México, sin tomar en cuenta el terrorismo tan necesitado para la elite necesita como detonador de reformas de seguridad trilateral, abre sus fronteras para gente de países con conflictos bélicos y de desastres naturales.
Puede interpretarse como un discurso reaccionario y poco filantrópico, pero no se trata de eso. Todos queremos ayudar a las personas que menos tienen y que escapan de conflictos tan horribles como la guerra y el hambre, pero es un lujo que no podemos darnos cuando en nuestra frontera se aplasta y desmoraliza a los inmigrantes ilegales, cuando enviamos al rastro a nuestros nacionales. Esos anuncios en que la cámara del senado dice ver por nosotros, y no cobrar comisiones a los que tenemos un sueldo mediocre y pagamos cantidades exorbitantes a nuestros empleados y servidores públicos, esos anuncios en dónde el gobierno dice ver por nosotros, ya que ahora las madres de familia solteras y jefas del hogar pueden estar aprisionadas en su trabajo sin la posibilidad de educar personalmente a sus hijos gracias al sistema de guarderías; ellos saben como quieren que cuiden a sus hijos; y por último el informe pizza hut en menos de 30 minutos o es gratis, en dónde volvemos a la eterna retórica de “la tan esperada hora de liquidar la deuda social con quien menos tiene”.
Más impuestos, más posibilidades mitigadoras de sueldos mediocres, más spots propagandísticos y más medios para aprisionar a la gente en su vacante laboral no es la solución para cambiar al país que no tiene ni la austeridad política ni el gobierno moderado ni el sistema educativo para que la gente viva mejor.
Por eso me siento desmoralizado algunas veces.
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